Conclusiones finales sobre el curso de Igualdad
Ya se puede apreciar lo ambicioso que ha sido el programa, pero también ha sido muy exigente en cuanto al trabajo a realizar por parte del alumnado, dado el formato en el que se ha desarrollado el curso, basándose en una metodología de crear contenidos, compartirlos y generar debate entre toda la comunidad educativa del curso. Con más de 1000 alumnos y alumnas, ha sido realmente desproporcionado poder seguir todos los miles de comentarios que se han generado en los Foros de cada uno de los módulos, así como poder sacar provecho de todo ese material y todas las aportaciones interesantes que ha habido, teniendo un plazo de sólo una semana por módulo.
En esta última actividad, se nos pide que reflexionemos sobre lo que podemos hacer como empleados y empleadas públicas en favor de la igualdad entre mujeres y hombres.
Durante los últimos años, me he definido en diversos foros como un "hombre machista en proceso de cambio". Parto de la premisa (para mí incuestionable) de que tanto hombres como mujeres hemos sido educados según los parámetros tradicionales de las sociedades heteropatriarcales. De esta forma, hemos incorporado a nuestra forma de pensar, sentir y actuar, muchas de las normas impuestas sobre cómo ser "un hombre de verdad". Los estereotipos de género han estado presentes a lo largo de toda mi vida y en la mayoría de los ámbitos de mi actividad cotidiana, habiendo llegando a asumir como normal muchísimas situaciones en las que se produce claramente una desigualdad de oportunidades entre los hombres y las mujeres.
En un momento dado, me planteo si todas estas normas y valores (tan arraigadas) se corresponden con la forma en que yo quiero entender la vida. Así llegué a la primera conclusión de querer ser más igualitario en mi vida. Pero esto, no es más que el punto de partida. A partir de aquí, descubro que tengo que hacer todo un trabajo laborioso para "deconstruir" la forma de ver el mundo que me habían enseñando, aplicando cada vez más la perspectiva de género o lo que también se viene denominando la mirada violeta.
En estos años, he podido avanzar en muchos aspectos. Sin embargo, con más frecuencia de la que me gustaría, me descubro a mí mismo repitiendo patrones o conductas que creía que ya había erradicado por completo.
Como gran defensor de los Derechos Humanos, estoy cada vez más convencido de que sin igualdad entre mujeres y hombres, no seremos capaces de construir una sociedad digna y en la que impere la justicia social.
Estoy totalmente de acuerdo contigo, sin igualdad no hay justicia social
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