Nueva ley de protección a la infancia

El pasado viernes el Consejo de Ministros aprobó el Anteproyecto de Ley de Protección a la Infancia, el cual comienza su andadura legislativa mediante la cual deberá ser tramitado por el Congreso y por el Senado, antes de su aprobación definitiva.
Esta nueva ley supone la introducción de algunos importantes avances que ayudarán a ofrecer una mejor y más integral protección de la infancia en los diferentes ámbitos de la vida. En futuras entradas, a medida que se vaya configurando la versión definitiva de la ley, iré haciendo algunos análisis de los aspectos más destacables y novedosos.
Sin embargo, hoy quiero hacer referencia a una de las mejoras que introduce esta ley: se reconoce a los niños y niñas como víctimas directas de la violencia de género.
Esta novedad me produce una especial satisfacción porque, en el año 2006, tuve la oportunidad y satisfacción de participar en un proyecto de investigación sobre las condiciones de la Atención a Niños y Niñas Víctimas de Violencia de Género, promovido por Save the Children y dirigido por la prestigiosa psicóloga, experta en infancia, Pepa Horno Goicoechea.
Esta investigación “pretendía analizar la atención que se estaba dando a los hijos e hijas de las mujeres víctimas de la violencia de género en el sistema de protección a la mujer. Los resultados de la investigación indicaban que los profesionales del ámbito social, policial y judicial entienden que los niños y niñas son víctimas de la violencia de género, son víctimas de maltrato psicológico no sólo por recibir agresiones físicas también, o por ser testigos directos de la violencia, sino por vivir en un entorno donde se da esta violencia. Sin embargo, la investigación también denunciaba que el sistema de protección a la mujer no ha contemplado las medidas específicas suficientes y necesarias para atender las necesidades diferenciales de estas víctimas, ni cauces de participación de los niños y niñas en la toma de decisiones que les afectan directamente.
Desde que se comenzara a valorar en su justa medida el problema de la violencia sobre las mujeres y se aumentara la concienciación social sobre el problema, ha sido tónica habitual que los niños, niñas y adolescentes que padecen esa misma violencia hayan sido víctimas totalmente invisibles para los recursos de protección social.
Se calcula que el año pasado unos 840.000 menores estuvieron expuestos a la violencia de género, lo que supone más del 10 por 100 de los niños y niñas residentes en España.
Pero estas cifras son cálculos aproximados porque, ni en las estadísticas, ni en los informes sobre violencia de género aparecen los menores. Son víctimas invisibles. Cuando una mujer sufre violencia de género y es madre, en su casa hay más de una víctima y que son, precisamente los hijos de esa mujer, los que viven en una mayor indefensión.
En los últimos años se han incrementado los esfuerzos en la atención social, psicológica y jurídica, de las mujeres que sufren violencia doméstica, pero se ha dejado de lado la situación específica que viven sus hijos. Se considera que cuando la madre se recupera, también ellos lo hacen, pero apenas existen recursos específicos y adecuados para los menores.
Algunos de los resultados más destacables de las entrevistas con los profesionales, fueron los siguientes:
a. Todos los profesionales entrevistados reconocen que los niños  y las niñas son víctimas de la violencia de género,  psicológica en todos los casos y a veces también física directa.
b. El cuadro de síntomas que describen es similar al de un menor víctima de maltrato físico o emocional.
c. Existe una percepción generalizada del riesgo de que los niños repitan los patrones de violencia vividos en su familia.
Entre los efectos de la violencia de género sobre los niños y las niñas identificados por Save the Children y los profesionales entrevistas en la investigación destacan:
Problemas de socialización: aislamiento social, dificultad para establecer relaciones personales, conductas agresivas o autoagresivas.
Problemas escolares: bajo rendimiento, problemas de atención y concentración, agresiones entre iguales (como víctimas y como agresores).
Síntomas de estrés postraumático: trastornos del sueño, fobias, trastornos alimenticios, ansiedad, ataques de pánico.
Conductas regresivas.
Síntomas de depresión y de ansiedad.
Alteraciones del desarrollo afectivo: modelos de vinculación erróneos, en los que violencia y amor van unidos, manejo del poder sobre otros.
Internalización de roles de violentos o de género equivocados: no siempre los patrones de género se transmiten según el sexo, hay niñas que repoducen patrones de agresión y niños de víctima.
Parentalización de los niños: asunción de roles adultos en un intento de proteger a sus madres.
Respecto a las medidas que el sistema de protección a la mujer ha desarrollado para atender a los niños y niñas, encontramos dos conclusiones básicas:
1. El sistema de protección a la mujer no contempla a los niños y niñas como víctimas de la violencia de género, lo que posibilita su victimización secundaria.
2. Los menores son tratado como objeto de protección y no como sujetos de derechos.
Partiendo de estas conclusiones, para mí es una gran satisfacción comprobar como se está produciendo un avance legislativo muy significativo para la mejora de la atención a los niños, niñas y adolescentes de nuestra sociedad que viven violencia de género en su propio hogar. Aunque se haya tardado casi 8 años, debemos felicitarnos por ello.
Os dejo los enlaces a los informes completos con las conclusiones de la investigación:
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Entrada publicada por Juanma Gil en "Al día del Trabajo Social", en el diario digital menorcaaldia.com, el 01.05.2014

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